jueves, 3 de febrero de 2011

En una de esas tardes

¿Y tú? ¿Cómo estás? ¿Todo bien? ¿Qué tal te va? ¿Un buen día hoy?
Hay que ver lo inútil que se hace, lo rápido que se adueña la rutina de todo cuándo no son formuladas esas cinco tontas preguntas, qué tonto el chiste del día si hoy no hay nadie a quién apetezca contarlo, vaya cara de desilusión se me ha quedado, normal. Claro que es normal, te has comido cada marrón. Y solita, pues normal. Normal que ya casi nada tenga sentido porque ¿Cómo estás? Buf, qué coño te importa, bien, bien. Ah vale, me alegro.
Joder, joder, si es de risa.
Bueno, no te aceleres que este por lo menos tuvo la deferencia de preguntar. OK. Calma...
¿Qué tía, todo bien? Sí, claro como no...Nada igual que siempre. ¡Entonces bien ehh!
Es que tengo que reírme ya, siempre bien claro, tú qué sabrás como ha sido nunca...
Tranquilidad, que mira no son adivinos.
Vaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaale, vaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaale.
Vamos a ver si cambiando la actitud caémos, no sé a lo mejor si te tiro la realidad a la cara sutilmente lo vas viendo...Ni así.
¿Qué de mal humor hoy?
No.
No.
Qué no joder. De mal humor no. Jodida, jodida jodidísima. Y no hoy, ayer también y el otro y muchos más. Me cago hasta en la puta. Mira que llegas a ser...no encuentro esa palabra, fijo que es muy fea.
Pero voy y digo que sí. Que tengo sueño. Que me dio mal humor.
Porque no, no puedes decir eso, no puedes darle patadas al mundo cuando se equivoca, porque tú formas parte del mundo y a veces la cagas con él, igual e incluso más grande.
Y entonces te callas, y te comes tu mierda y te callas, te callas, te callas, te callas...hasta que tienes que echarlo todo fuera y a veces te sigues callando, te callas, más silencio...y entonces yo, cuando me harto de callar lo dejo aquí.
A la mierda el mundo, pero con perdón.
Toma, una patadita, pero sin querer.

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