domingo, 21 de septiembre de 2014

Tanto no es tan-poco.

Ahora que ya no creo en el mañana,
que el ayer me parece mentira
y tú te me has desmontado en quimeras,

ahora que tiré los cuentos de no sé qué niña idiota
que no sabe en qué habitación de motel barato
perdió las ganas de vivir y la virginidad.

Ahora.

Después de que haya tropezado contra un acantilado
y ni con gafas te haya visto venir,

después de que no haya querido creer
porque ya te había querido.

Ahora,
que la última copa es una excusa para abrir otra botella,
cuando cada canción suena a despedida
y nadie tiene agallas para cerrar la puerta,

hago las maletas de guerras perdidas,
de derrotas por desertores,
de treguas en nombre de las heridas que siempre volvemos a abrir,
de desganas de cicatrizar:

ya me habían dicho que tanta valentía para saltar al vacío,
tanto baile entre precipicios sin necesitar empujón,
no podía ser nada más que cobardía.

No me quedan consejos que desoír,
ya he inventado la excusa definitiva,
ya he excusado el error absoluto.

Pero ahora,
que te veo irte y pido que te marches,
que dejo el corazón sobre la almohada
mientras la vida se me escapa escaleras abajo
corriendo una vez más tras de ti,

ahora, de veras, creo que no pierdo tanto.

Y sin ser tanto,
aún es más de lo que estoy dispuesta a perder.