sábado, 7 de febrero de 2015

Pasado, presente.

Creo en la gente que se conoce tarde y le para los pies al tiempo, 
en los que hacen el segundo perfecto del momento incorrecto, 
en los que luchan contra todo por nada si pueden compartir su vacío. 

Creo en la nada, 
en que es todo. 

Y sé que tenerlo todo es menos que nada cuando falta alguien.




Aprendí a echar de menos mucho antes que a besar, aprendí a llorar antes que a reír, a hacer las cosas al revés sin saber cuál era el derecho de la camisa, a pedir perdón antes que a decidir si me arrepentía. Luego alguien me enseñó a besar, a reír hasta las lágrimas, y de ellas, alguien me dijo que hacer las cosas al revés sólo era mi manera de gritarle al mundo que se equivocaba, que mejor pedir perdón que quedarme con las ganas, desaprendí a arrepentirme.

Entonces empecé a vivir.

A creer.

Creí en mis imposibles y los hice realidad, creí en mí, en ti, en nosotros increíbles juntos y después mejor separados. Entendí que equivocarme, caerme, rectificar, pisarte los pies, dejarte ir, correr tras de ti y dar el portazo final me hizo quien soy. Que nunca querré haber sido sin ti aunque ya no sea contigo. Soy lo que hemos sido. Quiero a lo que hemos vivido, te he querido, te querré siempre aunque ya no te quiera. Es mejor ir contra todo que dejarse llevar por la corriente.

Mira, estas son mis heridas: las quiero.

Claro que sería mejor no aprender a golpes, respeto la burbuja emocional: pero la estallo.

Hemos ido juntos a contrarreloj, a contra viento, hemos nadado a contra ola, hemos bailado en silencio, hemos reído haciendo ruido, hemos gritado te quieros sin miedo a despertar a los vecinos. Y ya no somos, ya no seremos, pero hemos sido:

Gracias. Te quiero. Buena suerte. Adiós.

Gracias por enseñarme a creer, a aprender, por dejarme hacer perfecto lo incorrecto por ti, por hacerlo por mí, por querernos, por dejarnos, por nada, por todo, por siempre, por nunca, por lo que ya no va a ser, por lo que fue, por lo que será aunque no sea contigo, por quitarme el miedo, por romperme los muros, por ayudar a construirme sin ellos, por los recuerdos, por los descuidos que no quiero olvidar.

Adiós,
hasta nunca
hasta siempre.