viernes, 20 de julio de 2018

Diecisiete (II)

Llevo tres días obsesionada con tu grupo favorito y siendo absolutamente incapaz de recordar cuál era.

Siento que esta vez te estoy fallando yo
porque, entre todas las mentiras que nos dijimos,
que iba a olvidarte nunca quiso ser verdad.

Y ahora tengo a gritos Sex on fire, en bucle,
y me parece que te estarás riendo.

Así de medio lado y desde arriba,
metro noventa y ocho de miedos.

No eras tú, ni vas a serlo, ni el primero, ni el último,
ni el bueno, ni el malo, ni el siguiente, ni el puente.

Pero eras tú.

Las gracias y las desgracias,
por la seguridad, por las locuras, por dejar atrás la vergüenza,
por quererte con todas las preposiciones, pero sobre todo contra,
aunque también bajo
y sobre todo desde,
sin,
sobre,
tras.

Y por no decirlo nunca.

Qué fácil era la vida contigo
y en qué momento la pusimos del revés.

Hace tiempo que sé que
cada vez que alguien me pregunte
por los (des)amores de mi vida,
estarás.

Aunque ya nunca más estés.

Tú fuiste el principio de encontrarme,
y eso que me pillaste en la mitad de una tormenta.
Yo nunca quise mezclarte
y acabó siendo peor.

'Cuando esté seguro de lo que siento por ti, voy a salir corriendo, voy a mandarte a la mierda'
es la cosa más vil que me ha dicho nadie mirándome a los ojos.
Seguramente porque era verdad.

Y porque estuve convencida de que era mentira,
hasta que me dio de cara.

No sé por qué llevas demasiados días aquí,
en todos lados,
en ninguna parte.

Supongo que me estás avisando:
nunca más demasiado altos, nunca más demasiado listos.

Pero no será esta la primera vez que te haga caso,
quizá sea la segunda que te rompo una promesa.

Ojalá olvide tu cumpleaños y no sonría más con cada tontería que acabe en diecisiete.
Ojalá la próxima vez que esté en Madrid nadie tenga tu acento.

Ojalá nunca,
pero si alguna vez vuelves aquí,
quería que supieras que 'te quiero',
-en presente-
pero que no te lo pude decir hasta que fue mentira
-ahora:

                  Te quise.

miércoles, 11 de julio de 2018

23:47

Yo que he cerrado el círculo desde todos los puntos, que me he enrollado en la espiral, que he empezado la historia por el final, por el principio, por la mitad de ninguna parte, que he cruzado el río para volver a la orilla de siempre. Yo que he nadado mar en contra, viento en contra, corriente a favor, piscina en calma y siempre he preferido aprender de los golpes.

Yo que miré al cielo aquella vez que me caí en el barro y tuve vértigo, yo que he ido en teleférico, que me puse la tirolina en el punto más alto del mapa y mire abajo y no sentí ni cosquillas.

Yo que he bailado con la luz y las sombras de los hombres que nunca amaron a las mujeres y le he pisado los pies a los que siempre quisieron hacerlo pero no sabían por dónde empezar, yo que he llamado idiota y amor a la misma persona y las dos veces he tenido razón, yo que he vivido a los gritos y siempre me han dolido más los silencios, yo que arrastro la carga de haberte enseñado a hacer todos los nudos que me ataste al cuello y nunca me ha pesado, yo que supe como desatarme y deshacerte y deshacerlos y bailar sola muy mal pero feliz, yo que a veces he sido más de vodka, más de ron, más de cerveza, más de tequila y sólo me ha salvado la vida el café, yo que he dejado que pidieran por mí y he tragado sin masticar para no vomitar, yo que he acabado teniendo arcadas, yo que he dicho hasta aquí y me he plantado, yo que a veces necesito volver a intentarlo, yo que he visto la cara más fea de la gente más fea y aún así creo que es la excepción, yo que tengo un mapa arrugado y pintarrajeado y redoblado de todas las cosas que he visto y le sonrío mientras ordeno la nevera bajo el imperativo de todos mis tocs, yo que me incomodo con la asimetría y me he enamorado de cicatrices que poco tienen que ver con lo físico.

Yo que no tengo segundo nombre ni lo he querido nunca pero a veces creo que el mío rima bien con Incoherencia, yo que he sido aleatoria y estrictamente organizada, yo que soy la persona más lógica del planeta y a veces ni loca lo estaría más.

Yo que nunca he sabido hablar de mí, ni callarme, ni me lo he pensado nunca dos veces antes de salir corriendo, ahora yo qué.