jueves, 6 de enero de 2011

I. Domínguez, mi hermana.


La felicidad no es un rol, la felicidad está en sus ojos verdes, al menos la mía, no es un papel que deba interpretar por ella, es algo inevitable cuando está; ser feliz.
Mas, solo es felicidad cuando ríe a carcajadas, cuando es ella quién es feliz, entonces, es completa, inmensa.
Soy feliz cada vez que cruza el arco diciendo burradas, cada vez que me hace carantoñas, cada vez que parece que muero y llega y dice: ¡Tata! se para el mundo para mí y sé que no hay nada más, que no importa...
Eh chófer, me bajo en la próxima parada, me bajo ya o me hago el trayecto completo, siempre que ella esté conmigo, me da igual dónde iré, qué más me da si el mundo no tiene sentido, qué le den a todos, cambio mi vida por su sonrisa, por verla bailar frente al espejo, por cualquier gesto de ella. Porque, ¿Qué coño pido? ¿Qué si ya tengo lo más grande?
Sé que mi felicidad depende totalmente de ella, que todo perdería el sentido si no existiese y sé que no la aguanto casi nunca pero afirmo que la quiero más que a nada, que no concibo mi vida sin ver su sonrisa de ojos verdes cada mañana...

Porque sí, porque ella sonríe también con los ojos.

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