miércoles, 6 de julio de 2011

Algunas de esas cosas,

como pasear con ese aire de pequeñez y admiración típico del turista ante la superioridad superlativa de cada nuevo paisaje, con la mirada perdida y más centrada que nunca en el mínimo detalle - con ese pensamiento de: ''No quiero olvidarme de nada, esto es brutal'' y la desdibujada sonrisa de: ''El tiempo se me hace corto, no puedo perder un segundo'' - aunque por otro lado, y sin que sirva de precedente, a veces sin querer - porque, está claro, no quiere - piensa que defrauda, a la vez que deprime, tanta belleza, que estaría bien tener a alguien a quién besar a las tres, y sonreírle y decirle que hubiera sido perfecto si hubiera estado allí - ¡ y qué importa si es mentira! - porque a veces de eso van las relaciones; porque a veces es necesario mentirse, y adularse más de la cuenta, y decir te quiero un poco pronto, y acostarse un poco tarde; y todo eso iba pensando, y no es que pasase del paisaje, es que se lo sabía de memoria, es que le gustaba ir así como si todo fuera nuevo, y no es que fuera nuevo ese pensamiento, ni esa sensación de falso anhelo y eso de : Busco y no encuentro - y eso también es mentira porque hace ya tiempo que no busca..

Cosas como no saber escribir poesía, y enfadarse con el mundo, porque mamá si sabe y no puedo, y, en lugar de intentarlo, frustrarse, y odiar la poesía - ¡cómo si tuviera la culpa! - y cabrearse, y decir muchas veces y, y, y.. porque quiere concluir - o al menos eso cree- pero siempre tiene un agregado, o algo que se le olvidó, o algo más que decir o simplemente no sabe.

Dejar la poesía, y ver cada vez más lejos esa realidad de, no ya un buen algo, sino un algo decentemente escrito, o al menos un poder escribir algo, y establecer esa relación poética y paradójica - de amor y odio - con la poesía, y dejarla, y volver a ella, y dejarla - ¡pero es que me llama! - y volver a ella, y dejarla definitivamente muchas veces porque no nos entendemos, como las parejas de ahora, y las relaciones de antes eran mejores porque eran para siempre - y qué más da si eran obligadas..

Cosas como levantarse a las dos un domingo - sin haber sido nunca de domir mucho - y ver que nada tiene sentido, y ni tener ganas de darle uno, porque quizá sea mucho trabajo, y acostarse vestido, despertarse algo despeinado y no saber dónde estás, ni cómo llegaste, ni llegar, ni llegarte, ni llegarles, ni haberles llegado, ni expresarte, ni escribir, ni escribirte, y divagar, divagación suprema que es lo tuyo - quizá nunca ha sido otra cosa...aunque, tal vez, ni lo intentaste.

Cosas como estas, algunas más o quizá muchas otras cosas, cosas que son las que te hacen decir: ¿Y qué hago? ¿Y adónde voy? Y me rindo, y lo dejo, y no sigo, y no puedo, y no quiero, y si quiero...¿qué quiero?

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