lunes, 18 de octubre de 2010

AMOR

¿Qué es?

¿Para qué sirve?

Entre los cinco y nueve años se refleja en un apuesto príncipe de un feliz cuento que un día tocará a tu puerta y te dirá: Cásate conmigo. Se te arrodillará, te pondrá un diamante y tú le dirás que sí. Os daréis un beso sin final. Luego la boda fantástica, los niños y una voz que dice en tu cabeza: Y vivieron felices para siempre.

Entre los diez y los doce es un juego. Te enamorarás de aquel que salió en televisión, o del otro que juega en el equipo de tu primo que es guapísimo y que una vez te dijo: Hola. Soñarás despierta cada día con que se acerca a ti y te da ese beso de cuento. Pero no te atreverás a hablarle. Y puede que a él le gustes también de esa forma abstracta. Y puede que sí sea ese príncipe azul. Pero no lo descubrirás porque jamás dirás una palabra a nadie y muchísimo menos a él.

Desde los doce hasta los quince el juego se convierte en algo más interesante. Cualquier indicio se convierte en una relación, presumiblemente fallida. Ayer te gustaba aquel, hoy te gustará otro, mañana uno diferente. Llorarás por todos, por el que te hace daño, por aquel al que no quieres hacer daño pero no puedes corresponderle, por el que te trata bien y por el que te trata mal. Intentarás llamar la atención de alguno, sino de más, desesperadamente; le quiero, dirás. Le quiero hasta que me quiera, entonces dejarás de quererle. En unos días, perderá la forma, el interés. Y entonces dirás, yo le quise mucho pero ya no. Ahora estoy de verdad de verdad enamorada de… sí, de otro más.

Pero es así, no se puede evitar. Tú lo llamas amor, otro química y yo simplemente no lo llamo.

Ahora bien, ¿después de ahí? Después de ahí no sé, ya se verá. Yo no sé más.




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