domingo, 29 de mayo de 2011

Lovers.

Además de todas las veces que pensé en ser feliz, existen todas las que lo fui - quise engañarme - y además de todas las veces que traté de mentirme, están todas aquellas que yo misma me dije que era absurdo, o las que otras personas me lo hicieron ver. Aunque sea paradójico las decepciones no son malas, las mentiras hirientes tienen su parte positiva, las incertidumbres odiosas y los no sé infinitos son solo herramientas. Son tus libros de texto de la vida, y no son los momentos buenos, sino los peores, los que te enseñan a leer y tachar lo que no te gusta, te ayudan a escribir tu camino tal como lo quieres. Y jode, claro, y duele, y más.


Siempre pretendemos que las cosas vayan solas, sin esfuerzo, sin dolor, porque así es en los cuentos: Te dará un beso en la frente y seréis felices para tooooooooooda la vida, y así el pobre mendigo se convirtió en rico, y así la huerfanita fue a la Universidad. Sin el mínimo esfuerzo. Tanto mágico final no nos enseñó nada. Porque fuera del cuento, fuera de la protección de papá, dejando a un lado la barrera de mamá y fuera de esa burbuja que los grandes quisieron construir para ti, ahí fuera en el mundo real, las cosas son muy diferentes; las hadas son casi brujas y de ayudar nada, los paisajes pintorescos están hasta arriba de contaminación, si quieres ser médico tienes que quemarte las pestañas y el príncipe, el príncipe es un asco.


¡Vaya mundo de decepciones! ¡Vaya mundo real! ¿Y a este mundo le escribes tú? 


Evidentemente, porque sin engañarme, y aceptando que es una soberana mierda, yo elijo en este caos qué quiero quedarme. No quiero las mentiras, escojo las palabras de aliento. No quiero, no me valen las cobardías, me quedo con las lágrimas del valiente. No quiero al mejor del grupo, a ese que llamaba la atención, me quedo con el calladito, el diferente. No quiero al Don Juan, no quiero ciudad, no quiero tranvías, aviones, no quiero música comercial, ni reggaeton, no quiero las faltas de respeto, no quiero agendas, ni planificar, no quiero ningún 'Tú no vales para esto', no quiero por ser mujer, ni por ser negro, no quiero sistemas oligárquicos, ni borregos que no cuestionen, no quiero tantas cosas de las que veo a diario en este mundo.


Prefiero quedarme con ellos, con mis amigos de siempre, con mirar al cielo y saber que el sol va a estar ahí, con mis certezas que son pocas pero que nadie me las quita, con mi: Eh, vive y grita que cuando mueras no te quedará otra que callar, con todos los que sacaron una sonrisa para el mundo, con los que sin dudar un segundo dicen: ¿ R A P? ¡Filosofía de vida!, o con cualquier otro que siga una, tenga ideales y respete, con mis veranos al mar, con mis inviernos al frío, con decir PLA y ser entendida, con la piscina que me quita los cabreos, con las casas perfectamente alineadas del pueblo de mi abuela, con sus pinturas dispares, con el aire limpio que se respira lejos de aquí, con las ruinas romanas de Tarragona, con que Paula sepa qué necesito en cada momento, con que Miriam esté cuando no me aguanto ni yo, con Virgi que me vio crecer y me pegó el vicio de comerme las uñas, con Frankie y nuestras reconciliaciones eternas, con Brian y su BB que me hacen la vida más fácil, con Silvi que me regala lima por el cumpleaños y luego pasan meses y no me la da, con los de clase, que me aguantan todos los días, con Mae que es mi clon rubio, con Paula la alta que conoce a la perfección mis locuras sentimentales, con los que rectifican las primeras impresiones, con los que tienen paciencia para leer todo esto y con mucho y con muchos más.






 A este mundo, a veces paraíso, a veces infierno, le escribí yo.
  

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