viernes, 27 de mayo de 2011

La desesperación,

es algo así como; cuando sales a la calle y sabes que vas a verle, que no quieres correr porque vas a parecer impaciente..¡Pero no puedes caminar más rápido!

Y todo después de pegarte una hora haciendo el zapping más absurdo del mundo porque te sobró tiempo, tienes que empezar a controlar tu impaciencia -piensas- y al final, acabas llegando temprano como siempre..porque saliste de casa con tiempo de más y vas como si fuera demasiado tarde...¡qué tonta! si odias sentarte a esperar, lo vas a pasar peor..

Por suerte, él te conoce y, cuando llegas, ya está allí; y te mira como si llevase toda la vida deseando que aparecieras, como si de verdad te hubieras retrasado, como si él también llevase una hora haciendo tiempo frente al televisor, y -a sabiendas de lo mucho que te incomoda esperar en el portal después de avisarle que has llegado- él va y tiene la deferencia de sentarse en la puerta quién sabe cuánto tiempo para ahorrarte el mal trago..hay que ver -¿cuántas veces te habré dicho que no quiero enamorarme de ti? y tú lo sigues haciendo..

Y luego flash-back con su primera sonrisa, te acuerdas de la última vez que le viste y que todo era perfecto...todo era perfecto menos tú, que la cagabas como siempre. Entonces, después de tanto hormigueo y de las ochenta veces por segundo que te has repetido lo maravilloso que es desde que al dar la curva le viste esperándote, te acercas, le sonríes casi con compasión y le dices:

-Solo me acercaba para decirte que al final no puedo pasar la tarde contigo, que me surgió algo, no me llames, ya lo haré yo, o no...Bueno ¡adiós!

Y te vas sin mirar atrás para no ver el reproche en su mirada, porque no era eso lo que querías; pero, no quieres hacerle más daño, no, otra vez no. Porque eres una egoísta y te has dicho mucho que él no debe hacértelo y para evitarlo debes dañarle tú primero...quiero decir, porque eres tonta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario