jueves, 7 de noviembre de 2013

Veces.

La primera vez le temblaba la mano derecha
-y la voz-
pero sonrió valiente,
como si no se diera cuenta,
como viéndolo desde fuera,
casi divertido por la situación,

como si creyera que así no lo notaría yo.

Llenó de aire los pulmones,
y me miró a los ojos.

Allí, donde nos veía todo el mundo,
pero estábamos solos
-nadie importaba-
me miro como avisando que debía cerrarlos:

'cuidado, te voy a besar',
lo hizo.

(Supongo que es tópico decir que fueron los mejores tres segundos de mi vida)

Aunque pareció una eternidad:
fueron  los mejores tres segundos de mi vida,
lo fueron.

Un roce leve y luego sonrisa.

La primera vez le temblaba la vida,
pero era feliz,
alguien dijo una frase sobre lo tonto del amor
y nos dimos la mano desafiantes.

Eso pasa con las primeras veces,
que siempre acabas poniéndolas justo en el fuego
pero no tienes miedo a quemarte.

Aquella tarde,
-aunque no recuerdo si era por la mañana-
paseé con la llama en vuelta cíclica
por todos esos sitios a los que ya no voy,
con beso en cada lugar donde ahora duele,

me cansé de creer que nunca iba a cansarme,
y es cierto:
aún no me he cansado de creer.

-pero él-

Aquella vez -la primera-
él temblaba como si todo
y yo creía controlar la situación.

Lo feliz de la ignorancia.

Tiene gracia,
porque la última vez era yo quien temblaba,
esa vez me tintineó la vida,
-el reloj se paró-
y me quedé bailando estúpida con el último beso,

como una niña llorándole a su muñeca rota
creyendo que sólo por quererla mucho
puede arreglarla.

La última vez no hubo sonrisa,
ni portazo,
ni nada que dijera aquí hemos estado..

supongo que sólo fue el estómago lo que la hizo distinta.

(Supongo que es tópico decir que las mariposas dolían como queriendo salir)

Las mariposas dolían, como queriendo salir..
gritaban en la tripa que no te fueras:
pero yo las callé.

En el último beso no hubo sonrisa,
ni fui tan valiente como para cogerle la mano:
estaba fría.

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